“Todos somos Diop” por Manu Mañero
Hay que ver, con lo espontáneo que le había quedado a la gente el recurso complementario del plátano y el hashtag cuando un tipo lanzó uno (un plátano, no un hashtag) a Dani Alves, lo poco que hemos tardados en rasgarnos ese hábito moderno de la comprensión al entrar en escena un actor menos conocido, reclamando lo mismo y siendo ya no sólo desoído por el germen, sino señalado, en sectores muy cerriles y poco significativos de las corporaciones, por su color de piel.
Porque sí, la lucha contra el racismo parece que también entiende de cabezas de lista. El baile de Diop ante los energúmenos que querían saltarse los unos a los otros como enajenados en Guerra Mundial Z no ha alimentado ni buzzing ni virales; tampoco he visto camisetas estampadas con ningún lema cuyos frívolos beneficio acariciarán sin oficio los bolsillos de otros. Nadie ha imitado su baile en Instagram ni tan siquiera hemos escuchado a todo el mundo al unísono contra la diferenciación y la brecha entre los hombres. Más bien al contrario. Lo más que hemos tenido, que no es poco, ha sido un comunicado oficial de la LFP lamentando el estado de excepción que el propio Diop denunció justo tras el partido, exhibiendo por cierto una valentía que aquí le conozco a muy pocos, en la que expresó sin más que había bailado como un mono porque le estaban llamando mono.
Al acabar el choque, en Canal Plus pasaron el vídeo frame a frame: y efectivamente, del contoneo burlón, se aprecia a varios de esa porción del campo gesticulando como intentando decir algo a Diop, algo que veníamos todos de denunciar con un ahínco y una proporción tan europeos que casi no parecía ni algo español. Rafa Alkorta, que antes del vídeo había criticado al jugador, se redijo enseguida y retiró sus palabras en vistas de las imágenes. Kiko Narváez, enfrente de él en la mesa, bajó la mirada y dejó pasar una excelente oportunidad, como atlético, de condenar los insultos. ¿Significa esto que Kiko comulga con el racismo de los más abnegados de los aficionados rojiblancos? No, de ninguna manera. Sencillamente, Alkorta tuvo más cintura -¡quién lo diría!-. Tuvo la cintura que le faltó a todos esos que parecían realmente acabar con el racismo con un tuit. Y de repente, en cuestión de segundos, todo volvió al estado anterior. Ya sabéis: el de “no nos quieren ahí arriba”.
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Publicado el 07 de mayo 2014, por Manu Mañero
@m_manero
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